Para evitar la amalgamación, en algunos casos se aplica la fundición
directa de concentrados. La concentración necesaria del oro (>30% Au) se
puede lograr usando métodos de concentración gravimétrica (mesas vibradoras,
centrífugas), combinados a veces con la separación magnética. Para obtener un
concentrado de muy alta ley deben admitirse pérdidas, especialmente en oro
fino. Este es un problema menor en las operaciones en que el proceso de concentración
gravimétrica es seguido por la cianuración de las colas.
Para separar el oro de los minerales pesados o para limpiar el oro
obtenido en las operaciones de amalgamación/lixiviación, el concentrado
se pone en un crisol, junto con bórax y otros agentes fluidificantes, y se
calienta a 1200°C. Los óxidos tales como limonita, ilmenita, etc., se derriten,
produciendo un sistema sólido-líquido en el cual el oro líquido se reúne
en el fondo del crisol debajo de la escoria. El oro puro se funde a 1063°C.
Las siguientes sustancias se pueden utilizar como formadoras de escoria y
fluidizantes: Cuarzo, vidrio, bórax, bióxido de manganeso, bicarbonato de
sodio, potasa, cloruro de amonio, cianuro de potasio, salitre, fluoruro, y
criolita. La elección del reactivo para inducir la formación de escoria y
mejorar la fusibilidad depende de la composición mineralógica del concentrado.
Incluso la elección del crisol (arcilla, grafito o cerámica) depende de
la naturaleza y de la composición del concentrado.
Si el preconcentrado fundido contiene altos contenidos de componentes
sulfurosos, el resultado del proceso de fundición podría ser un sistema
de tres componentes segregados: la escoria, una mata y el metal precioso.
A veces una notable cantidad de oro se encuentra ligada a la mata, la
cual deberá ser lixiviada o comercializada por separado.
Por lo general es aconsejable remoler la escoria, y someterla a una
concentración gravimétrica. Frecuentemente considerables cantidades de
oro se encuentran en forma de "burbujas" incrustadas en la misma.