7.1.2.2  Procesamiento tradicional

En este subtítulo se describe la situación tal como se presentaba al inicio del proyecto, aunque el manejo del mercurio ha cambiado sustancialmente por el trabajo de MEDMIN. 

En la minería aluvial, dependiendo de la clase de yacimiento, las operaciones se diferencian tan sólo en el método de explotación (a cielo abierto y mecanizado en plataformas y terrazas y generalmente subterráneo y semimecanizado en cauces antiguos). Para beneficiar el oro, prácticamente el sistema empleado es el mismo, diferenciados sólo por las capacidades de tratamiento (mayor tonelaje en plataformas y terrazas y muy poco en cauces antiguos). El sistema de recuperación de oro es muy simple, consistente de una etapa de lavado y clasificación (mecanizada en plataformas y terrazas; manual y rudimentaria en cauces antiguos), y otra etapa de concentración en canaleta (desde la más primitiva cubierta con piedras de rodado, hasta algo más avanzada con rejillas de metal), que retiene solamente el oro grueso, arrojando el oro fino al río junto con las colas. El uso del mercurio se limita únicamente a la amalgamación del poco oro fino retenido por la canaleta. Finalmente, la amalgama es sometida a un quemado directo al ambiente para eliminar el mercurio y dejar libre el oro. 

Aparte de la contaminación por el mercurio y sus efectos negativos en la salud de los mineros, existen otros impactos que sí son de consideración, como la alteración del curso de los ríos por el relleno con desmonte de rodados grandes; la lodificación de los ríos con arcillas provenientes del encape; y, por último, tal vez la más grave, la destrucción de playas fértiles y del paisaje mismo.

En general, las técnicas de procesamiento utilizados por el sector de la pequeña minería aurífera primaria muestran una gran variedad de técnicas individuales, que dependen especialmente de la situación financiera de los mineros y de sus conocimientos tecnológicos. La gama va desde la más primitiva (molinos de piedra), pasando por métodos que pueden encontrarse en “De Re Metallica” de Agrícola [66] (bateas, canaletas, jigs manuales, etc.), hasta equipos modernos que se diferencian muy poco de los utilizados por la minería sofisticada (mesas concentradoras, espirales concentradoras, centrífugas, etc.). 

El método mas primitivo y simple de procesamiento en la pequeña minería aurífera primaria es el siguiente:

La última etapa la realizan sin ningún equipo para recuperar mercurio, y sin utilizar implemento de seguridad alguno contra los vapores de éste. Utilizan varias fuentes de calor, desde el carbón vegetal; sopletes a gas oil, gas propano o acetileno, hasta hornillas a querosén muy comúnmente utilizadas en las cocinas de los mineros.

Otro sistema de procesamiento, también rudimentario, utiliza una especie de mortero grande de piedra llamado “toloca” (piedra hueca y un bloque que se mueve en su interior), donde se muelen y amalgaman simultáneamente porciones pequeñas y ricas de material triturado, prescindiendo de una etapa adicional de amalgamación. En este proceso combinado, se produce mucho mercurio atomizado, que se pierde irremediablemente en las colas durante el proceso de lavado en batea para separar la amalgama gruesa. Luego, la amalgama es tratada como se describió en el párrafo anterior.

Existen muchas variantes de las técnicas descritas y debido a que todas son manuales y discontinuas, solamente se pueden procesar cantidades muy pequeñas, alrededor de 20 a 50 kg de mena por día y hombre, dependiendo de la dureza del material. Frecuentemente, recurren previamente a una trituración y molienda gruesa en seco, utilizando el llamado “quimbalete”, también de piedra, con el que se puede triturar y moler hasta unos 200 kg por día y hombre.

Un primer paso en el propósito de mecanización, constituye el uso del llamado “molino chileno” o “trapiche”. En este molino, el uso de mercurio es casi generalizado, para combinar molienda y amalgamación. Su régimen de funcionamiento produce excesiva atomización del mercurio. En general, después del molino chileno se utilizan placas amalgamadoras o una simple canaleta empedrada (tojlla), que sirven como trampas para retener el oro grueso libre y la amalgama. Obviamente, ni las placas, ni las canaletas empedradas sirven para garantizar una buena recuperación del oro libre, la amalgama y el mercurio atomizado.

En operaciones más grandes es común el uso de:

Como en los molinos chilenos, también es casi común la adición de mercurio, a los molinos a bolas, con similar o mayor efecto de atomización del mercurio y como consecuencia las pérdidas de mercurio en polvo en la etapa de concentración son también considerablesa

Las pocas minas que no usan mercurio en el molino (especialmente en yacimientos de oro grueso), amalgaman sus concentrados manualmente en bateas o en pequeños tambores amalgamadores. En estos últimos, si la operación es inapropiada (altas revoluciones, uso de mercurio en exceso, falta de una etapa de prelavado del concentrado, uso excesivo de medios molturantes, uso de mercurio contaminado, tiempos largos de amalgamación, etc.) se producen cantidades elevadas de mercurio atomizado, perdiéndose luego en las colas de amalgamación.

Generalmente, la recuperación de oro en las plantas de procesamiento en las minas primarias es baja, debido a que parte del oro muchas veces no es recuperable con sus métodos rústicos de concentración gravimétrica o por amalgamación. Más aún si también se pierde oro liberado en las colas, especialmente oro fino y oro laminar (laminado en la molienda). Alguna parte del oro también se pierde debido a la insuficiente liberación. La combinación de molienda y amalgamación ocasiona altas pérdidas de pequeñas partículas de oro atrapadas en la harina de mercurio o bajo la forma de flóculos de amalgama-oro, que a veces contienen burbujas de aire o agua atrapadas. Estos flóculos, en general, tienen un peso específico relativamente menor y una gran superficie, por lo que son fácilmente arrastrados a las colas. La presencia de sulfuros (pirita, arsenopirita, etc., alrededor de 5-10 kilos de sulfuros por tonelada de material de veta) constituye un subproducto muy interesante, con contenidos de oro que varían entre 40- 200 g/t, pero por desconocimiento de su valor generalmente no son recuperados y se pierden en las colas.

Las colas generalmente son desparramadas en áreas aledañas a la planta de procesamiento, o vaciadas a ríos próximos. La lodificación de los ríos provoca –tanto o más que la contaminación con mercurio o sulfuros– una fuerte disminución de la fauna acuática y, por consiguiente, confrontaciones justificadas con pobladores que viven aguas abajo y que consumen peces del río.

La emisión de sulfuros hacia arroyos o pequeños ríos, o su almacenamiento inseguro, produce, por oxidación, la generación de ácido sulfúrico y hierro en solución, con la consecuente disminución del pH, creando condiciones para la lixiviación de otros metales pesados (Fe, As, Sb, Zn, Cd, etc.), que son claramente detectables en los ríos.

Las emisiones de mercurio por la quema de amalgama al aire libre significan no solamente un problema ambiental sino también un problema de seguridad industrial. Normalmente, se evapora al ambiente alrededor de 500 a 1.000 gr de mercurio por kg de oro; la mayor parte del vapor recondensa y vuelve a precipitarse en las proximidades del área de quemado. Los mineros inhalan constantemente vapores de mercurio, exponiéndose en algunos casos a agudo envenenamiento por mercurio. Investigaciones médicas han reportado concentraciones elevadas de mercurio en la orina de los mineros y miembros de sus familias, que a veces desembocan en verdaderos casos clínicos. Las duras condiciones de vida de los mineros (nutrición deficiente, falta de higiene, ausencia de atención médica, alto consumo de alcohol, etc.), dificultan el claro establecimiento de la relación entre el uso de mercurio y los problemas de salud. Es todavía más difícil aún que los mineros entiendan que el uso irracional de mercurio significa poner en riesgo la salud de las poblaciones asentadas en las riberas de los ríos.

El problema ambiental más serio constituye el uso de mercurio en circuitos de flujo abierto. El mercurio adicionado a diferentes tipos de molinos –por el régimen de funcionamiento de éstos-, se atomiza en “harina de mercurio”. La presencia en el material de alimentación de sustancias como grasas, aceite, aluminio y cobre provenientes de detonadores y cables eléctricos, minerales como el talco, etc., contaminan al mercurio, de modo que éste pierde su habilidad de unirse a otras esferitas para formar perlas de mercurio más grandes, disminuyendo ostensiblemente su capacidad de amalgamación. Una gran parte de la harina de mercurio se pierde por la dificultad de recuperarlo por cualquier método gravimétrico. Generalmente, en sistemas combinados de molienda-amalgamación en flujo abierto, se pierden de 5 a 10 kg de mercurio por kg de oro recuperado. Estas pérdidas son varias veces mayores a las ocasionadas por la quema de amalgama al aire libre. Otras fuentes de emisión de mercurio resultan del almacenamiento inseguro de las colas de amalgamación. La Tabla 26 muestra las emisiones, sus causas y posibles soluciones (en Bolivia la pequeña minería aurífera no utiliza aún la lixiviación cianurante en sustitución de la amalgamación).

 

Muchas veces por la situación económica crítica de la pequeña minería aurífera boliviana, es comprensible que el interés primario de los mineros no esté orientado al mejoramiento de las condiciones ambientales de sus operaciones. Muchos de los mineros cuya producción apenas cubre sus necesidades vitales, seguramente preferirán comprar un equipo de televisión o una motocicleta –si alguna vez disponen de algún margen de utilidad–, antes que invertir en protección ambiental. El control y la fiscalización estatal es deficiente o simplemente no existe, pese a que se encuentra en plena vigencia la Ley del Medio Ambiente y sus regulaciones correspondientes. Para cambiar las técnicas actuales de trabajo y hacerlas ambientalmente sanas, es necesario ofrecer a los mineros un “paquete completo“ de asistencia técnica, orientado a sus necesidades específicas, como el mejoramiento de la producción y las condiciones de seguridad industrial, complementado con medidas ambientales.

Se ha buscado técnologías no solamante ambientalmente limpias y económicamente apropiadas, sino que se enraizen en la cultura de la pequeña minería boliviana, en base de los siguientes requerimientos:

En el caso de Bolivia, por otras experiencias pasadas, por la variedad de yacimientos, diferentes posibilidades técnicas y financieras de los mineros, la gama de plantas de procesamiento o beneficio ya existentes, quedó claro, que el a veces preferido “modelo único de planta” o “planta móvil demostrativa” no funcionó. Por esto, se optó por la instalación de diferentes modelos de plantas fijas. En estas plantas se mejoraron sistemáticamente y adaptaron a cada requerimiento particular, una serie de técnicas unitarias, bastante conocidas en el medio, pero que fueron utilizadas por debajo de su potencial. En un sistema modular, estas pueden combinarse y ajustarse fácilmente a cada caso.